Se atreve a decir que no sabe si el teléfono estaba en su mochila. Fueron los fallecidos y miles de personas que siguen afectadas psicológicamente. Pero él sigue sonriendo.
Es de un miserable y sinvergüenza que no te lo crees. Casi prefiero no escucharle. No hay por dónde cogerlo.
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Lo de hoy ya ha sido para no mirarle nunca más a la cara. Nunca.