Después está Julián, el hijo pequeño de mi bisabuela Inés, un adolescente de 18 que el 1 de enero del 38 se incorporó voluntario a defender la República y que en marzo de ese mismo año cayó en el frente de la Sierra del Ducado en Guadalajara, defendía Madrid del fascismo.
Inés, su madre y mi bisabuela apenas le sobrevivió 10 años atormentada con la idea de que a su niño lo hubieran torturado los fascistas italianos. De Julián solo nos queda un recibo de pagaduría del ejército de tierra de la República, sus restos pueden estar en la sierra o en Cuegamuros.
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